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Columna semanal
Breve descripción
Desde hace tiempo escribo y comparto una breve nota semanal (690 palabras) con temas con los que he podido leer mejor el manual de la vida, tal como los voy descubriendo mientras camino por la línea del Tiempo.
Algunos comentarios
“Refresca el espíritu por su capacidad de síntesis y reflexiones de fondo”. M.G.
“Es un placer y una alegría leerte todos los sábados”.
“Gracias por otra estampa tan evocadora como las que siempre mandas para deleitarnos
con tus historias e imaginarnos como transcurre la vida de escritores y músicos.”
“Como siempre, gozando leerte.”
Temas de los artículos publicados al 2 de noviembre, 2024.
Ejemplo de nota:
JUEGO DE ESPEJOS
Tomo tu mano en la mía
HACÍA TIEMPO QUE NO LEÍA una obra de teatro que me conmoviera tanto y tan sutilmente como I take your hand in mine…, Tomo tu mano en la mía… escrita por Carol Rocamora basada en la correspondencia que tuvieron Antón Chéjov y Olga Knipper, actriz, amante y esposa, entre 1899 y 1904.
Esta obra la dirigió Peter Brook años antes de estructurar y dirigir Amar es mi pecado una obra que considero es una joya del teatro, sobre la que escribí la semana pasada para contarles cómo es que logré publicar el libreto original en español con la secuencia de los sonetos, tal como los seleccionó ese director.
Tomo tu mano en la mía... es una obra que le sirvió de modelo para que, años después, hiciera esa otra, considerando ciertos aspectos de la primera: en las dos obras los actores son un hombre y una mujer que, en este caso, intercambian frases y oraciones —gramaticales—, tomadas de las cuatrocientas cartas que se escribieron cada uno de ellos desde que se conocieron en Moscú cuando Chéjov, enfermo de tuberculosis, vivía en Yalta y ella, actriz del Teatro en Moscú, interpretaba La gaviota y, años después, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos, estas dos escritas por Chéjov durante esos años en Yalta.
Fue un amor a primera vista y una relación a distancia, causa de su correspondencia. —“Querida, eres la última página de mi vida…”, esta es mi línea favorita —dice ella al inicio de la obra. Se conocieron en Moscú en 1898 durante la lectura de La gaviota. Chéjov tenía 38 años de edad y ya era famoso.
—¿Quién es esa actriz? —preguntó Chéjov.
—Es Olga Knipper —le contestaron.
Fue un amor a primera vista:
—Regresé a Yalta, mi prisión en el mar… (tose…).
Y ella voltea y nos dice:
—No pudo asistir al estreno de La gaviota en Moscú ese diciembre, pero regresó en la primavera cuando la pusimos sólo para él… “Mi alegría, mi orgullo, mi éxtasis… Si me dejas, aunque sea por una hora, no creo que pueda sobrevivir.”
Chéjov extrañaba su casa en Melikhovo donde “amaba su jardín y todo lo que la tierra le ofrecía… ahí vivía en una pequeña dacha.” —Todo esto —dice ella— lo había escrito en La gaviota: las veredas ventosas, los árboles frutales, los becerros, los patos…
Hasta la maestra de la primaria corriendo con los chiquillos por la vereda… ahí pasamos tres días de pura felicidad, asoleados con la promesa del futuro… de ahí me fui al Cáucaso a ver a mi familia y empezamos a escribirnos… Recibí la primera carta el 16 de junio de 1899... Al final firmaba: “Tomo tu mano en la mía, querida actriz…”
Se casaron en 1901 a pesar que él se estaba consumiendo por la enfermedad...
—Hace solo cuatro días que te has ido y ya necesito escribirte. Hoy es sábado, mi día favorito… oigo las campanas de la iglesia… todo está apacible… me quedé triste cuando te subiste al tren… —Es terrible estar sin ti. Quiero abrazarte, cuidarte. ¿Te sientes solo? ¿Estás trabajando? ¿Comes bien? ¿Me quieres? ¿Te peleas con tu madre? Contéstame. Te abrazo y te mando un beso de las buenas noches.
—Mi tesoro. Es septiembre. Yalta está vacío. Los árboles fallecen, el arroyo se ha secado y las grullas se aburren. No sé cuándo podré ir a Moscú, porque, lo creas o no, estoy escribiendo una obra, una especie de batidillo… (escribía Las tres hermanas). —Sí, la tengo en la cabeza suplicándome que la ponga por escrito, pero, tan pronto como agarro la pluma, un rostro horripilante se me queda viendo desde la puerta…
Al final de esa obra, Olga, una de las tres hermanas, dice:
—Pasará el tiempo y nos iremos para siempre. Se olvidarán de nosotras… pero nuestras penas se transformarán en alegrías para los que vivan después que nosotras; la felicidad y la paz reinarán en la Tierra.
Nunca regresaron a Moscú, pero nos desearon el mejor de los futuros.
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